El Doctor José Gregorio Hernández nace por una devoción fervorosa del pueblo. Siendo médico, era ya un don y un talento sus habilidades para sanar y para curar enfermos, no solo como médico, sino como guía espiritual. Atendía pobres y regalaba medicinas. Cuando muere José Gregorio se acrecienta la fe sobre ya la conocida fama sobre sus poderes de sanación, sus poderes curativos, como el don del médico milagroso.
Así que hace más de 70 años, en Venezuela y en los altares de la Iglesia Católica venezolana, sin pasar por los procesos burocráticos del Vaticano, ya en el corazón del pueblo venezolano habitaba el Santo de la Bata Blanca. Hoy, años después, décadas después, y con milagros más contundentes y que fueron sustentados, solamente con la explicación religiosa y espiritual de los milagros, podemos decir: “habemus santo” en José Gregorio Hernández.
Es una fe que se arraigó en Venezuela por muchos años y por muchas décadas. Sigue José Gregorio Hernández tocando cuerpos y almas. Miles de testimonios de personas desahuciadas, al borde de la muerte, en accidentes, sin ningún tipo de respuesta médica, son parte de la intercesión de los familiares ante José Gregorio Hernández y la petición al Padre amado Jesús de la Misericordia.
Es nuestro santo, es nuestra esencia, es nuestra raíz, es nuestra fe.
Hoy, José Gregorio Hernández, que ya estaba en los altares de nuestros hogares, se coloca al lado de Jesús, José y María y muchos santos del mundo.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Tenemos santo.
¿Quién fue José Gregorio Hernández?
José Gregorio Hernández Cisneros nació el 26 de octubre de 1864 en Isnotú, un pequeño pueblo del estado Trujillo, Venezuela. Desde muy joven mostró una gran inteligencia, humildad y vocación por el estudio. A los 13 años se trasladó a Caracas para estudiar medicina en la Universidad Central de Venezuela, donde se graduó con honores en 1888.
Gracias a una beca del gobierno venezolano, viajó a París para especializarse en microbiología, histología, fisiología experimental y bacteriología, trayendo consigo a su regreso valiosos conocimientos que lo convirtieron en pionero de la medicina científica en Venezuela. Introdujo el uso del microscopio y fue uno de los primeros en enseñar medicina experimental en el país.
Pero su verdadera grandeza no estaba solo en su intelecto. Era un hombre profundamente espiritual, de fe católica sólida, que vivía en oración y entrega al prójimo. Intentó incluso ingresar al sacerdocio en dos ocasiones, pero por problemas de salud tuvo que abandonar ese camino. Aún así, vivió como un verdadero discípulo de Cristo: médico de cuerpo y alma.
Se le conocía por atender gratuitamente a los pobres, visitar a los enfermos en sus casas, comprar medicinas con su propio dinero, y nunca pedir nada a cambio. Su humildad, caridad y dedicación hicieron que el pueblo lo amara y lo viera como un verdadero santo en vida.
El 29 de junio de 1919, cuando apenas tenía 54 años, fue atropellado por un automóvil en Caracas y falleció ese mismo día. Su muerte conmocionó al país entero.
El camino a la santidad
Desde el día de su muerte, miles de personas comenzaron a rezarle y a pedirle favores y sanaciones. Se convirtió en un símbolo de esperanza para quienes enfrentaban enfermedades, pobreza o desesperación. La Iglesia Católica reconoció esta devoción popular y en 1949 se inició oficialmente su causa de beatificación.
Finalmente, tras décadas de espera, el 30 de abril de 2021, José Gregorio Hernández fue beatificado en una emotiva ceremonia en Caracas, luego de que se aprobara un milagro atribuido a su intercesión, la curación inexplicable de una niña venezolana, Yaxury Solórzano, que sobrevivió a un disparo en la cabeza.
Hoy en día, el proceso de canonización ya es un hecho, mañana 19 de octubre de 2025 junto con Carmen Rendiles, serán proclamados santos oficialmente por la Iglesia en una ceremonia en el Vaticano.
El legado del Santo de la Bata Blanca
José Gregorio Hernández es mucho más que una figura religiosa. Es un ejemplo de fe, ciencia, humanidad y entrega. Su vida nos enseña que no hay contradicción entre el conocimiento médico y la fe espiritual, y que la verdadera grandeza está en servir a los demás con amor y humildad.
Su imagen, con su característico sombrero y bata blanca, cuelga en miles de hogares venezolanos. Su nombre está en las oraciones de enfermos, madres desesperadas, médicos que lo toman como ejemplo, y fieles de toda América Latina.
El pueblo no esperó al Vaticano para declararlo santo. Porque antes que los papeles, los títulos o las ceremonias, la fe verdadera nace del corazón.
📿 José Gregorio Hernández, intercede por nosotros.
🕊️ Gracias por seguir sanando desde el cielo.