Es un K-drama primaveral que te estruja el alma y te hace conectar con algunos de los personajes. Foto: plataforma Netflix.
Las producciones dramáticas de la República de Corea siempre están de moda, por encima de las novelas colombianas y turcas. Y “Pokssak sogattuda” - en español - “Si la vida te da mandarinas” no iba a ser la excepción, llegando al sitial de honor en la audiencia de la plataforma Netflix, incluso por encima del singular y famosísimo "Juego del calamar, temporada 2”.
El K-Drama está hecho para llorar sí o sí, por la calidad interpretativa de su maravilloso elenco y su conmovedora historia llena de relatos reales y de familia. Te lo advierto, es lacrimógena. Tendrás que mirarla con tu caja de pañuelos al lado y tu ramen favorito. No hay ser humano en este mundo, que no se identifique con algunos de sus personajes por activa o por pasiva porque te recordará a alguien de tu familia o de tu barrio.
Las vidas de Oh Ae-soon, interpretado por IU, Yang Gwan-shik (Park Bo-gum), Moon So-ri y Park Hae-joon (protagonistas en la madurez) te marcan de por vida, al igual que el personaje Bu Sang-gil interpretado por el actor Choi Dae-hoon. Conmueve hasta la médula, porque te muestra cómo puede ser la historia real de alguien, en este caso, de una niña de la isla de Jeju en los años 50, que perdió a su madre a corta edad y tuvo que vivir sorteando su presente y futuro, sin educación formal y con muchas ganas de salir adelante cuando la vida dolía y sus circunstancias tomaban un rumbo para que ella se rindiera, aunque nunca lo hizo porque era osada y disruptiva.
El guionista Im Sang-choon bajo la dirección de Kim Won-seok tuvieron la genial idea de dividir la narrativa de la trama en cuatro partes, como las cuatro estaciones del año y metafóricamente la vida de sus protagonistas. Cada parte consta de cuatro capítulos para hacer un total de 16.
Cada parte, rememora una estación de la vida de sus protagonistas; primero la niñez, luego la febril adolescencia, la etapa de adultos que representa el otoño y el invierno cuando ya son adultos mayores con nietos. En la etapa donde ya ellos están en la sesentena es cuando por fin Oh Ae-soon, publica sus poemas, se vuelve poetisa y cumple su propósito de vida, mientras su marido siempre apoyando y sosteniendo emocionalmente a toda la familia pase lo que pase, hasta su muerte a causa de un cáncer, dejando el listón bien alto en el ideal del "esposo perfecto".
La atmósfera donde se desarrolla la trama es la cultura marítima muy particular de la isla de Jeju, en un entorno marino donde sus vecinos eran las haenyeo (mujeres buceadoras que recolectan mariscos), Seonjang (capitanes de barcos pesqueros y turísticos), las Ajunma (mujeres que venden productos frescos en los mercados), los preciosos recolectores de mandarinas, familias que traspasan el oficio de generación en generación y se han convertido en un emblema de la isla; los Dol Hareubang (estatuas de piedra volcánica) con forma de ancianos protectores que protegen contra los malos espíritus y traen fertilidad y fortuna a la población, los Mudang (chamanes). Por último, no puedo dejar de mencionar a los Halmae y Harabeoji, que son las abuelas y abuelos de Jeju que suelen mantener vivas las tradiciones orales, los cantos, rituales chamánicos (gut) y recetas locales como el momguk (sopa de de algas).
El título tiene doble significado cultural
El título del K-Drama es “Pokssak sogattuda” y es una expresión del dialecto de Jeju, que puede interpretarse “como me engañaron por completo". Sin embargo, en el contexto de la serie se podría traducir como “gracias por tu arduo trabajo”. En español, le han puesto “Si la vida te da mandarinas” que juega con la famosa versión de “Si la vida te da limones, haz limonada”, pero aquí se cambia el limón por la mandarina, fruta típica de la isla de Jeju, famosa por su sabor ácido y dulce al mismo tiempo. Esto me parece una metáfora hermosa sobre cómo podemos transformar las dificultades en algo más dulce y positivo.
Lee Ji-eun (IU) quien interpreta a Oh Ae-soon, compartió en una conferencia de prensa algo que me hizo pensar. Ella dijo “Aunque la vida te dé mandarinas amargas, puedes hacer jarabe de mandarina y disfrutar una cálida infusión”. Es como decir, aunque las situaciones no siempre sean fáciles siempre busca la forma de darle vuelta y encontrar algo bueno de ella.
Crónica visual de la evolución de Corea
El k-drama también narra visualmente la transformación política-social a través de la comunidad de Oh Ae-soom. De la pobreza rural, marcada por la guerra y la necesidad hasta su industrialización con su acelerado crecimiento económico hasta convertirse en la potencia que es hoy día con su cultura pali pali, muy propia de la Corea moderna, donde no hay tiempo para el duelo ni el error, donde sólo cabe la eficiencia y la competencia.
De hecho, hay una parte de la trama donde se enseñan los preparativos de cara a los Juegos Olímpicos de Seúl 1988, donde se ve un cambio sustancial entre tradición y progreso, tanto en las principales ciudades donde pasaría la antorcha olímpica como en las aspiraciones de la gente, desde la forma de vestirse con su sobriedad rural a la moda urbana.
En Corea del Sur, es muy importante la familia, los valores comunitarios, los rituales desde la posguerra hasta el auge moderno, y durante la serie, se cuenta cómo los jóvenes soñaban con salir del campo para migrar a Seúl y hacerse un lugar en la capital en puestos profesionales claves. Por lo tanto, también era necesario estudiar, prepararse como fue en el caso de Yang Geum-myeong, hija mayor de los protagonistas, donde ella tuvo la dicha de recibir dinero de sus padres para poder costearse sus estudios universitarios internacionales. Ellos vendieron su casa familiar para tal fin y se conformaron con mudarse a un piso, con tal que su hija estudiara. Ella representa la siguiente generación y se enfocaron en mostrar cómo ella iba tras sus sueños y en esa búsqueda de identidad, hasta convertirse en CEO de Ever Study, su propia empresa.
Otra época donde mostraron la evolución de Corea fue el cambio de milenio, con sus respectivo cambio de lo análogo a lo digital, un cambio de paradigma profundo donde los protagonistas y su comunidad se tenían que adaptar a los móviles y a los nuevos modelos de negocios.
Así que el cambio, no sólo fue en la economía, sino también en la manera de relacionarse para lograr entender el prestigio y el éxito en la era digital. Por ejemplo, cuando Oh Ae-soon monta su restaurante ya en su adultez, ella confiaba en el boca a boca y en la calidad de sus productos para hacerse publicidad y asegurar la fidelidad de su clientela. Pero ella se dio cuenta que en la era digital, ya eso no le garantizaba reconocimiento. Entonces al esposo, se le ocurrió llamar a una actriz famosa de los años 2000 para que comiera la famosa sopa de su mujer y que esta se hiciera viral entre los comensales.
La trama termina cuando ya Oh Ae-soom, es viuda, vive en Jeju sola, pero pasa sus días siendo profesora en una residencia de adultos mayores donde les enseña a leer, escribir entre otras terapias ocupacionales a los abuelos, mientras ya sus poemas son publicados por una editora que se conmovió con las vicisitudes de la vida de la protagonista y que tenía un parecido físico con su madre, dando a entender una posible reencarnación y cierre de la historia.
Si te gustan los K-Dramas emotivos y que te inviten a la reflexión, "Si la vida te da mandarinas" es una buena opción para explorar la preciosa cultura coreana más allá de la península y del tiempo, en la famosa y paradisíaca isla de Jeju, famosa por sus mandarinas y sus legendarias haenyeo, quienes son Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad desde el 2016.
No defraudará. Es romántica, hermosa y agridulce. Estruja el alma, conmueve hasta la médula, está llena de relatos familiares y vecinales. El esfuerzo tácito de los padres para que sus hijos salgan adelante, no tiene precio y faltarán días para agradecer profundamente. Duele. Te da un baño de realidad. Te hace remover recuerdos, ausencias, añoranzas, amor no dicho, heridas que se heredan, gratitud eterna, el tiempo perdido y te muestra cómo es la vida de bonita y cruel.
"En esta vida te cumplí una promesa, en la próxima te cumpliré cinco".
"No tenía idea de que lo que más quería decir a los 70, es una palabra que solía decir todos los días ¡Mamá!
“No existe la mala suerte, en el corazón de un hombre que ama”